martes, 20 de mayo de 2014


Mi hijo es TDAH,¿Y el tuyo?

Este video está realizado por los miembros de la asociacion Apyda de Tarragona, y en él sus protagonistas cuentan que es realmente tener TDAH

ELEMENTOS DE AYUDA A PADRES CON HIJOS TDAH 

La importancia de los padres 

      Los padres representan la fuente de seguridad, los modelos a seguir, el reflejo mismo de lo que los hijos sienten que son, la base fundamental sobre la que construyen su propia escala de valores y el concepto de disciplina y autoridad. De los padres depende en gran medida, la mejor o peor evolución de la sintomatología que presenta el niño hiperactivo.
    A continuación y tras conocer lo expuesto en varias guias sobre tratamiento del TDAH, vamos a exponer una serie de elementos que van a ayudar a los padres y a los niños a convivir con el TDAH.

   Nuestro primer planteamiento debe ser, ¿Qué necesita un niño TDAH?
  • Sentirse aceptado por su familia.
  •  Sentirse respetado por ella.
  •  Una familia con unas normas claras y bien definidas. Han de recibir pocas normas, por lo que hay que centrarse en las verdaderamente importantes.
  • Que representen una exigencia adaptada a la medida de sus posibilidades.
  •  Con expectativas realistas.
  •  Que le haga consciente de que no padece una deficiencia mental.
  •  Una familia que le ofrezca muchas oportunidades para hacer las diversas tareas propuestas.
  •  Que le facilite la posibilidad de pedir ayuda.
  •  Haciéndole notar que es normal cometer errores.
  •  Protegiéndole del estrés innecesario y la frustración.
  •  Una familia que le ayude a incrementar su autoestima.
  •  Que promueva su participación en actividades extraescolares que le gusten y en las que pueda ser brillante.
  •  Necesita un ambiente ordenado y organizado. Un entorno simple, con pocos objetos y fácil de ordenar.
  •  Sereno, relajante y cálido.
  •  Necesita que le preparen con tiempo para los cambios que se hayan de producir en su entorno.
  • Una familia que reconozca el esfuerzo realizado por el niño.
  •  Que le anime y contenga sin una sobreprotección excesiva.
  •  Que le ayude a situarse y organizarse.
  • Que la familia le dedique un tiempo especial para hablar y para jugar, sin caer en el tópico de “dar buenos consejos de padres”, pero distantes, sin participar de sus intereses y sin compartir su tiempo.
  •  Que le permitan y faciliten expresar sus sentimientos, miedos e ideas, escuchando con interés y sin contradecirle.
  •  Una familia que lo motive y se ponga de su parte, que no sea crítica con cuestiones triviales como la forma de vestir, peinado, modo de hablar, gustos personales... evitando descalificaciones y discusiones innecesarias y frecuentes.
  •  Necesita que le permitan válvulas de escape
  •  Pero sin dejarse manipular por sus caprichos.
  •  Que le den opción a opinar y participar en la toma de decisiones.
  •  Manteniendo los límites educativos de forma racional, estable e inamovible.
  •  Que le ayude a encarar los problemas y a encontrarles una solución sin encubrir innecesariamente sus faltas.
  •  Que el entorno familiar reconozca y premie las cosas buenas, aunque puedan parecer insignificantes. Que se preste mucha mayor atención a las buenas conductas que a las malas.
  •  Que los premios y castigos sean inmediatos a la conducta, en caso contrario serán ineficaces.
  •  Un castigo nunca debe ser duro y siempre ha de tener un principio y un final.
  • Ser castigado únicamente por una mala conducta, no por su carácter o por su forma de ser.
  •  No ser nunca humillado, ni puesto en evidencia ante otras personas.  
 Por parte de la familia además de ser consciente de que hay algo que hace que su hijo es diferente es necesario:
  • Un diagnóstico temprano de la situación.

  •  Información clara de qué es el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

  •  Información sobre el grado de afectación de su hijo.

  •  Tener presente que el problema tiene solución, pero que, de no tomar las medidas oportunas, irá creciendo en los próximos años.

  • Disponer del asesoramiento adecuado sobre aspectos educativos generales.

  •  Recibir instrucción directa sobre el tratamiento general del niño y específica sobre las pautas de actuación para casa. 
A partir del diagnóstico, los padres deben estar mentalizados de que es necesario poner en práctica los siguientes elementos:
  •   Coordinar el intercambio de información entre el pediatra, el psiquiatra, el neurólogo, el psicopedagogo y el profesor de aula.

  •  Actuar con paciencia, tolerancia y comprensión.

  •  Ser indulgentes y flexibles ofreciéndole opciones.

  • Proveer de un ambiente familiar estructurado.

  •  Dar siempre órdenes muy concretas, claras y fáciles de realizar, monitorizando directamente su respuesta.

  •  Ser consistentes y previsibles.

  •  Hablarle siempre directamente, mirándole a la cara y asegurándose de que recibe claramente el mensaje.

  •  No activar al niño con su comportamiento.

  •  Evitar situaciones que ya saben de entrada que van a ser conflictivas o tienen altas posibilidades de serlo (por ejemplo: obligarle a acudir a una boda).

  •  No intentar abordar todos los problemas: hay que priorizar, ignorando las malas conductas que no tengan una importancia decisiva (ejemplos: no comer determinado alimento, andar descalzo, levantarse durante la comida, sentarse mal en la silla...)

  •  Poner límites educativos correctos, adecuados a la capacidad del niño.

  •  No utilizar el sarcasmo, la reprimenda continua o la crítica reiterada.

  •  Hablarle al niño en un tono de voz normal, sin gritar.

  •  No perder el control.

  •  Favorecer la autonomía personal del niño.

Crear buenos hábitos de estudio.

  •  Modelar conductas reflexivas.

  •  Reforzar su autoestima.

  • Generalizar la utilización de autoinstrucciones.

  •  Favorecer el contacto controlado con otros niños.

  •  Ser simpáticos y divertidos con el niño.  

La polémica sobre el tdah

 Daniel el Travieso, el personaje de las caricaturas, hubiese sido diagnosticado seguramente con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Es el mal psiquiátrico infantil-juvenil por excelencia de los tiempos modernos. Se caracteriza por períodos de atención breves, impulsividad, incapacidad de estarse quieto e inestabilidad emocional.  Afecta a entre un 5 y 10% de la población en edad escolar y representa hasta un 40% de las consultas en psiquiatría para este grupo de edad. Su diagnóstico, hasta el día de hoy, sigue siendo polémico.

Una de las teorías sugiere que, más bien, el trastorno es un constructo social. Un constructo social es, desde el punto de vista psicosocial, una convención que se toma por un hecho, pero que no tiene ningún fundamento natural. En un artículo publicado por The British Journal of Psychiatry, se sugiere que el TDAH se considera un trastorno con base únicamente en lo que se establece como “normal” para un grupo social, indistintamente de los argumentos neurológicos, cuya diversidad puede esperarse en cualquier tipo de comportamiento.

Por su parte, algunos expertos, si bien es cierto que no van tan lejos como para calificarlo de “trastorno ficticio”, sí hablan de que el TDAH  es una epidemia “ficticia”. De acuerdo con su opinión, los niños y adolescentes nunca han estado tan expuestos a tanta información como ahora: entre smartphones, ipods y juegos de video portátiles es casi imposible que se puedan concentrar en lecciones escolares que fueron diseñadas para generaciones que crecieron en un entorno totalmente diferente. Según su criterio, no es necesario medicar a los niños, sino revolucionar el sistema educativo de acuerdo con los descubrimientos que se han hecho a lo largo de los años, tomando en cuenta los diferentes tipos de inteligencias y maneras de aprendizaje. Asimismo señalan que, por ejemplo, en los Estados Unidos los índices de niños con TDAH parecen obedecer más a patrones geográfico-culturales que médicos. De hecho, la Sociedad Psicológica Británica ha sugerido que, particularmente en los Estados Unidos, el TDAH debería de dignosticarse con mayor cuidado.

A todo esto, se suman las voces de movimientos psicoanalíticos, los cuales aseguran que está sobrediagnosticado y que el uso de algunos medicamentos causa efectos secundarios similares a los de otras drogas como la cocaína o las anfetaminas, lo cual ocasiona un severo deterioro en la salud infantil.

De hecho, el mismo Leon Eisenberg, psiquiatra estadounidense que descubrió el TDAH, afirmó que se trata de una “enfermedad ficticia” unos meses antes morir.

Lo cierto es que mientras la polémica continúa, un factor importante por tener en cuenta es hacer lo posible para que la etiqueta de TDAH no afecte la autoestima del niño. La comunidad médica, así como el sistema educativo tradicional, se centran en los aspectos negativos del trastorno, cuando en realidad muchos de quienes lo padecen tienen un alto coeficiente intelectual y pueden incluso alcanzar mejores calificaciones que sus compañeros con un mínimo de atención. Cada niño y adolescente es distinto, con su propia historia personal y, sin duda, tiene mucho más que ofrecer que una mera clasificación como paciente con TDAH.
- See more at: http://lamenteesmaravillosa.com/La-polemica-sobre-el-tdah#sthash.6fMhVD7n.dpuf

La polémica sobre el tdah

 Daniel el Travieso, el personaje de las caricaturas, hubiese sido diagnosticado seguramente con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Es el mal psiquiátrico infantil-juvenil por excelencia de los tiempos modernos. Se caracteriza por períodos de atención breves, impulsividad, incapacidad de estarse quieto e inestabilidad emocional.  Afecta a entre un 5 y 10% de la población en edad escolar y representa hasta un 40% de las consultas en psiquiatría para este grupo de edad. Su diagnóstico, hasta el día de hoy, sigue siendo polémico.

Una de las teorías sugiere que, más bien, el trastorno es un constructo social. Un constructo social es, desde el punto de vista psicosocial, una convención que se toma por un hecho, pero que no tiene ningún fundamento natural. En un artículo publicado por The British Journal of Psychiatry, se sugiere que el TDAH se considera un trastorno con base únicamente en lo que se establece como “normal” para un grupo social, indistintamente de los argumentos neurológicos, cuya diversidad puede esperarse en cualquier tipo de comportamiento.

Por su parte, algunos expertos, si bien es cierto que no van tan lejos como para calificarlo de “trastorno ficticio”, sí hablan de que el TDAH  es una epidemia “ficticia”. De acuerdo con su opinión, los niños y adolescentes nunca han estado tan expuestos a tanta información como ahora: entre smartphones, ipods y juegos de video portátiles es casi imposible que se puedan concentrar en lecciones escolares que fueron diseñadas para generaciones que crecieron en un entorno totalmente diferente. Según su criterio, no es necesario medicar a los niños, sino revolucionar el sistema educativo de acuerdo con los descubrimientos que se han hecho a lo largo de los años, tomando en cuenta los diferentes tipos de inteligencias y maneras de aprendizaje. Asimismo señalan que, por ejemplo, en los Estados Unidos los índices de niños con TDAH parecen obedecer más a patrones geográfico-culturales que médicos. De hecho, la Sociedad Psicológica Británica ha sugerido que, particularmente en los Estados Unidos, el TDAH debería de dignosticarse con mayor cuidado.

A todo esto, se suman las voces de movimientos psicoanalíticos, los cuales aseguran que está sobrediagnosticado y que el uso de algunos medicamentos causa efectos secundarios similares a los de otras drogas como la cocaína o las anfetaminas, lo cual ocasiona un severo deterioro en la salud infantil.

De hecho, el mismo Leon Eisenberg, psiquiatra estadounidense que descubrió el TDAH, afirmó que se trata de una “enfermedad ficticia” unos meses antes morir.

Lo cierto es que mientras la polémica continúa, un factor importante por tener en cuenta es hacer lo posible para que la etiqueta de TDAH no afecte la autoestima del niño. La comunidad médica, así como el sistema educativo tradicional, se centran en los aspectos negativos del trastorno, cuando en realidad muchos de quienes lo padecen tienen un alto coeficiente intelectual y pueden incluso alcanzar mejores calificaciones que sus compañeros con un mínimo de atención. Cada niño y adolescente es distinto, con su propia historia personal y, sin duda, tiene mucho más que ofrecer que una mera clasificación como paciente con TDAH.
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¿Cómo debe ser el ámbiente familiar de un niño TDAH?
  Este es el elemento más difícil de conseguir, lo cierto es que lograr que el ámbiente familiar sea estable, organizado y estructurado en nuestra realidad social es muy complicado. No debemos olvidar que actualmente la educación de los hijos en ocasiones también recae en otros miembros de la familia, por ello es imprescindible llevar a cabo de manera unánime las siguientes pautas.
  • En muchas ocasiones, por lo menos uno de los padres es un adulto hiperactivo al que a su vez le cuesta organizarse y no alterarse.

  •  Los padres suelen mostrar mucha ansiedad ante las dificultades con las que se encuentra su hijo.

  •  En ocasiones las expectativas no son las adecuadas para el niño. Se le exige mucho en unos aspectos y se le sobreprotege en otros.

  • El niño hiperactivo es más difícil de llevar si no se tienen unos límites educativos claros y consistentes.

  •  Los padres ponen frecuentemente un límite a las malas costumbres (le llaman a bañarse y si no viene, le obligan a hacerlas), pero no en el momento adecuado (le llaman 10 veces antes de ir a por él), lo que provoca que apliquen los límites, cuando ya están hartos, en momentos de descontrol emocional. 

  •  Muchos padres no prevén situaciones de alto riesgo por lo que no pueden evitar el mal comportamiento de sus hijos.

  •  Las exigencias no están en consonancia con la capacidad del niño.   

    Otro de los elementos que no debe caer en un saco roto es la necesidad de favorecer la autonomía personal del niño 
    A la mayoría de los padres les preocupan los problemas de atención en clase de los niños hiperactivos, pero muy pocos se dan cuenta de que sobreprotegerles en casa no ayuda a estos procesos de atención.
           En la actualidad la falta de autonomía de los niños es un problema común a todos los padres, especialmente a los que tienen hijos únicos. Esto se debe, por una parte a que carecen de orientaciones concretas sobre qué es lo que deben saber hacer sus hijos y a qué edad es normal hacerlo y, por otra, porque al tener que dedicarse sólo a un niño tienen tiempo suficiente para hacerles las cosas, lo que dificulta que se den cuenta de la necesidad de darle al niño las oportunidades necesarias para practicar.

    Crear buenos hábitos de estudio en estos niños, facilita el clima de tranquilidad que necesitan, para ello debemos:  
    -Establecer una rutina de trabajo.
    - Acondicionar el cuarto de estudio.
    -Entrenar para que se acostumbre a trabajar solo.
    - Premiar el ser capaz de adelantar materia de estudio.
    - Preparar la mochila para el día siguiente.
    -Premiar la conservación del material escolar. 

     Para reforzar la autoestima de sus hijos, los padres deberan:   

    -Les ayudan a recordar paso por paso lo que pasó.
    -Les ayudan a interpretar las conductas de los demás y la suya propia.
    - Les hacen reflexionar sobre qué otra actuación podría haber sido también adecuada.
    -Finalmente les ayudan a definir el problema.

    GUÍAS PARA DOCENTES Y PADRES


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